Tensa confrontación: Karoline Leavitt advierte al director de la BBC, Tim Davie, de una posible demanda de mil millones de dólares a menos que la cadena retire por completo las “declaraciones difamatorias” contra Trump antes del 14 de noviembre.

Washington/Londres, 14 de noviembre de 2025 – En un episodio que ha encendido las tensiones transatlánticas entre Estados Unidos y el Reino Unido, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha emitido una advertencia contundente al director general de la BBC, Tim Davie. La funcionaria republicana ha dado un ultimátum claro: la cadena pública británica debe retirar de inmediato todas las “declaraciones difamatorias” contra el presidente Donald Trump, emitidas en un controvertido documental, o enfrentarse a una demanda civil por daños y perjuicios que asciende a mil millones de dólares. El plazo vence este viernes a las 5:00 p.m. hora del Este, lo que deja solo horas para evitar un litigio que podría redefinir las relaciones entre medios internacionales y la administración Trump.

El origen de esta tormenta mediática se remonta a un documental de la BBC emitido el año pasado, titulado provisionalmente “El asalto al Capitolio: La sombra de Trump”. En él, la cadena editó selectivamente fragmentos del discurso pronunciado por Trump el 6 de enero de 2021, en el que el entonces presidente arengaba a sus seguidores frente a la Casa Blanca. Las imágenes, manipuladas según el equipo legal de Trump, unieron frases como “Vamos a caminar hacia el Capitolio” con “Luchen como el infierno”, creando la ilusión de que Trump instigaba directamente la violencia que derivó en el asalto al edificio del Congreso. Esta edición, revelada por un informe interno filtrado al periódico The Telegraph, ha sido calificada por la Casa Blanca como un acto de “fake news” deliberado y una interferencia extranjera en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024.

Karoline Leavitt, una de las voces más leales y combativas del círculo de Trump, no ha escatimado en críticas. En una entrevista exclusiva con The Telegraph el pasado sábado, la secretaria de Prensa describió a la BBC como “una máquina de propaganda izquierdista al 100%, financiada por los contribuyentes británicos que merecen algo mejor”. Leavitt, quien asumió su cargo en enero de 2025 tras la victoria arrolladora de Trump en las urnas, ha convertido la defensa de la “verdad alternativa” en su sello personal. “El presidente Trump tiene la obligación moral y legal de demandar a esta entidad corrupta”, afirmó Leavitt en su conferencia de prensa diaria en la Casa Blanca este jueves. “Han dañado su reputación y han intentado sabotear la democracia americana desde un país aliado. No toleraremos más mentiras”.
La carta formal de notificación, enviada el domingo por el abogado Alejandro Brito –representante legal de Trump en Florida– al presidente de la BBC, Samir Shah, y a la consejera general Sarah Jones, detalla las acusaciones con precisión quirúrgica. “Las declaraciones falsas, difamatorias, despectivas e inflamatorias emitidas por la BBC han causado un daño abrumador financiero y reputacional al presidente”, reza el documento, al que tuvo acceso este medio. Brito exige no solo la retractación completa del documental y de cualquier mención similar en archivos digitales, sino también una disculpa pública “en un formato tan prominente como la difusión original” y una compensación económica “justa”. De no cumplirse antes del plazo, se procederá a una acción judicial por al menos mil millones de dólares, invocando leyes de difamación de Florida, que protegen ferozmente la imagen de figuras públicas contra manipulaciones mediáticas.
La crisis en la BBC ha sido devastadora. Solo dos días antes de la advertencia de Leavitt, Tim Davie y Deborah Turness, directora general y jefa de noticias respectivamente, anunciaron su dimisión inmediata. Davie, en un comunicado lacónico, asumió “la responsabilidad última por los errores cometidos”, mientras que Turness citó “presiones insostenibles” derivadas de la filtración del memo Prescott. Este informe, elaborado por Michael Prescott –un exasesor de estándares editoriales de la BBC–, expone fallos graves en la cadena de verificación: ediciones no autorizadas, sesgo político detectable y una “cultura de impunidad” que priorizaba narrativas anti-Trump sobre la precisión factual. La dimisión de ambos ejecutivos ha desatado una crisis de liderazgo en la corporación, con el primer ministro laborista Keir Starmer defendiendo públicamente a la BBC como “un pilar vital contra la desinformación en la era de las redes”.
Desde el otro lado del Atlántico, Trump no ha perdido tiempo en avivar las llamas. En su plataforma Truth Social, el presidente escribió: “Las cumbres de la BBC, incluyendo a TIM DAVIE, el jefe, están renunciando o siendo DESPEDIDOS porque fueron atrapados ‘doctoreando’ mi discurso perfecto del 6 de enero. ¡Qué vergüenza para la democracia, viniendo de un país aliado!”. Trump, quien en su primer mandato ya libró batallas legendarias contra la prensa –acordando asentamientos millonarios con ABC y CBS por coberturas similares–, ve en este caso una oportunidad para consolidar su narrativa de “guerra contra las élites mediáticas”. Fuentes cercanas a la Casa Blanca indican que el litigio podría extenderse a otras cadenas europeas si no se contiene el “efecto dominó”.
En el Reino Unido, la reacción ha sido un torbellino de indignación y autocrítica. El líder liberaldemócrata, Sir Ed Davey, ha exigido la purga de exasesores conservadores en el consejo de la BBC, como Sir Robbie Gibb, para restaurar la “independencia real”. El veterano periodista David Dimbleby, ex presentador de Question Time, lo calificó como “uno de los asaltos más violentos a la imparcialidad de la BBC en décadas”. Mientras tanto, el portavoz de Starmer reiteró el apoyo gubernamental: “Apoyamos una BBC fuerte e independiente, no una máquina de propaganda como la describen en Washington”. Analistas como Polly Toynbee en The Guardian advierten que este embate podría erosionar la financiación pública de la cadena, ya bajo escrutinio por déficits presupuestarios.
Con el reloj marcando las horas finales, la BBC se encuentra en una encrucijada. Una retractación total implicaría admitir fallos sistémicos, potencialmente abriendo la puerta a demandas internas de empleados y donantes conservadores. Rechazarla, sin embargo, arriesga no solo el litigio de Trump –cuya fortuna personal supera los diez mil millones de dólares–, sino también un boicot transatlántico a contenidos británicos en plataformas estadounidenses. Leavitt, en un tuit incendiario esta mañana, remató: “La BBC está muriendo porque es fake news anti-Trump. Hora de elegir: verdad o ruina”.
Esta confrontación trasciende lo personal; es un choque paradigmático entre el periodismo tradicional y la era de la posverdad trumpiana. Si la BBC cede, podría sentar un precedente peligroso para la libertad de prensa global. Si resiste, el Reino Unido podría convertirse en el nuevo frente de la “guerra cultural” que Trump libra desde la Casa Blanca. A medida que el 14 de noviembre se acerca, el mundo observa con contención: ¿se doblegará el gigante público británico ante el magnate neoyorquino, o nacerá un nuevo capítulo en la saga de demandas presidenciales? Solo el tiempo –y los tribunales– lo dirán.